Fragmentos de la mañana cuelgan ya del aire.
Las agujas del reloj
iluminan las cinco menos diez,
ella cuenta los pedazos de su sueño
y lentamente se da vuelta.
Como una araña un frio trepa
en lo alto y se vaporiza
entre los resquicios
de su secreto de alcoba.
En su sueño descubre que sueña –
Trata de domesticar los caballos salvajes
en su cabeza
y ahuyentar al extranjero pelirrojo
sentado contra la pared.
La mano acaricia su sombra estirada
en círculos alrededor, juntos se disipan
en un manto de olas crujiente.
Paulatinamente
están alzando la mañana.
Ella, como una peonza, sigue girando
en el parque de atracciones de la noche.
Vert. Fa Claes – Luis Manuel Pérez-Boitel